viernes, 23 de noviembre de 2007

What is it? (¿Qué es esto?)



Meneíllos se encontraba a las puertas de la redacción, seis meses después. Jamás pensó que volvería, sin embargo, allí estaba.

Aspiró profundamente y dio un empujón a la puerta para entrar. Avanzó dos pasos y cayó de bruces al suelo. Se levantó con la nariz sangrando y observó el objeto contra el cual había tropezado. Una caja llena de objetos de oficina. Al mirar a su alrededor se percató de que la sala estaba llena de esas cajas, pasaba algo gordo.

-Señor Meneíllos, dichosos los ojos—era el señor Sgubuns, el anciano conserje de la oficina con su horrible rata en el hombro, el “señor Sgilberford”—pensé que no volvería a verle, ¿qué le ha pasado en la nariz?
-Pasa que me he caído porque has colocado una caja al lado de la puerta—no se limpió la sangre mientras hablaba para que brotara más y así dar más pena a Sgubuns
-Lo siento señor Meneíllos, el viejo Sgubuns lo arreglará
-Bien, oye, dónde está Lockedoor—la oficina estaba prácticamente vacía—necesito hablar con él.
-Ah, eso es lo que se pregunta toda la gente, nadie lo sabe, jeje, pero puede que Sgubuns sepa algo, jeje—se aleja hacia su pequeño habitáculo oscuro y se adentra en él—puede que el viejo Sgubuns lo diga algún día, jeje.
-Viejo chiflado del demonio.

Al fondo de la sala vio a McHartnigan. Llevaba barba de una semana, se le notaba cansado y llevaba una caja en los brazos. De repente se fijó en Meneíllos:

-Has vuelto—su cara reflejaba asombro—a que debemos el honor de tu visita
-De hecho pensaba reclamar mi antiguo empleo…
-Já, qué pasa, ¿no te gusta tu vida de ermitaño loco?
-La vida me gustaba, lo que pasa es que se pasa mucha hambre, no te recomiendo probar nunca la carne de mapache, es horrible
-Oh, ¿cómo lo cocinas?
-¿Cocinar?
-Llegas tarde Meneíllos, muy tarde,--su voz se hacía cada vez más débil, llegando al susurro--lockedoor va a vender la empresa.
-¿Qué?, ¿la empresa?, ¿Lockedoor tiene una empresa?
-Em…Ficction Pulp
-Eh...ah…, qué cabrón, ¿no?
-Dice que es una mierda de negocio y que le está chupando la sangre, está hasta los cojones, y se la suda todo, palabras textuales. Luego escupió al suelo y me pegó un puñetazo.
-Jeje, es un pequeño gran líder.
-Menos chistes Meneíllos, nos vamos a la puta calle. No quisimos tocar tu despacho, sigue todo igual, recoge lo que quieras y vete. Éste es el final de Ficcion Pulp amigo, es el final.

McHartnigan se fue con paso acelerado, intentó ocultarlo pero era imposible, de sus ojos brotaban lágrimas de desesperación, todo en lo que había trabajado durante años llegaba a su fin.

Meneíllos entró en su antiguo despacho. Todo seguía ahí, como lo había dejado, la fregona, el recogedor, su foto en la que salía junto a Bertín Osborne. Se sentó en la silla y miró fijamente la foto. De repente, cobró vida.
- ¿Qué estas haciendo, Meneíllos?
- Bertín, cuánto tiempo, ¿por qué me hablas con acento argentino?
- La verdadera pregunta sería por qué hablo
- Qué sabio eres Bertín
- Ché, por eso estoy acá, para ayudarte, de verdad vas a dejar que lockedoor venda la empresa.
- Ya lo ha decidido, no hay nada que yo pueda hacer
- Claro que puedes, siempre hay algo que se puede hacer, no seas pelotudo. Vos sos un genio, lo que le hace falta a esta redacción para triunfar es otra idea genial.
- ¿Soy un genio?
- La verdad, llevas tanto tiempo diciéndolo que opté por creerlo. En momentos así es cuando hay que demostrarlo.
- Sí, es cierto, he de crear algo mágico, JAJAJAAJA. Por cierto, es verdad que en argentina coger significa…
- Sí, jejeje
- Jejeje

Sgubuns pasó frente al despacho arrastrando el viejo cubo de la fregona y observó a Meneíllos riéndose sin parar con la foto abrazada. El viejo conseje lo había visto todo en sus cuarenta años de profesión, así que no le dio importancia. Siguió hasta su pequeño habitáculo donde se sentó frente a la mesa. Cogió la planta que le había acompañado durante diez largos años y la metió en una caja. Se quitó la gorra para airearse la calva. Cogió un trozo de galleta que tenía en el bolsillo y se dio de comer a su mascota, el “señor Sgilberford”.

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